Ya no es
nada para mi y está este afán de la tristeza
que somete.
Acompaño
cada noche hasta mi cuarto
el cuerpo
harto y su dolor
al abrazo de
la cama fria.
Aullo amor
frente a la
puerta cerrada.
El que se va
y el que no es,
ni la
oscuridad de sus ropas
ni el olor a
mirra.
Debo
aniquilar este corazón bastardo.
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