He
aquí mi corazón dando tumbo
entre
las manos, pobremente cobijado.
Borbotones
de alguna sensación tardía y disoluta que alimenta
mi
angustia de deseos temporarios, o tal vez no.
Apilando
pedacitos de ilusión para formar
alguna
que otra metamorfosis del mismo cronograma extraño.
Una
pulsión.
Estertores
de finales y comienzos, y la pez que me ronda en el taxi al regresar.
Mente
que ve entre las cosas, te admiro.
Hay
destellos de razón en tus palabras y alguna que otra coincidencia.
Desparejo.
Si
pudiera asirte y escuchar. Un vaso de agua
miel
y sal, alguna borrachera
formas
a nuestra semejanza o empatía. Molestias
repetidas
en las rodillas ajenas.
No
era cierta la ilusión de esa película, no debí extrañar.
Llegó
la mañana,
insomne,
y no fue suficiente.
La
voracidad parece monstruosa
cuando
se trata de vos, nada alcanza.
Una
infusión mezclada
con
los frascos y no hay más
sigue
la tarde sin sorpresas.
Hermanito!,
prefirió
una cinta pirateada al pegote del agua en la bañera.
Rejunte
de anacronismos y teorías, -no debés cuidar a quien no quiere.
Lo
llevaste en tu viaje cotidiano, tal vez sos vos.
Adherido
a tu propio embalaje envejecido, creíste que empujar alcanza,
nunca
es suficiente.
No
otra vez el mismo estado, lo conocés.
No
hay promesas.